En 1949, un estadounidense decidió trasladarse a México por motivos de salud. Durante su viaje, un problema con su vehículo lo llevó a detenerse en Morelia, donde encontró en la loma de Santa María de Guido el lugar ideal para vivir. Su esposa, quien tenía experiencia en hotelería, lo inspiró a crear su propio hotel en la ciudad. Adquirió dos casonas y terrenos baldíos, y en 1955 abrió las puertas de Villa Montaña, que en sus inicios contaba con 73 habitaciones. El propio dueño gestionaba el hotel, preparando personalmente platillos internacionales para sus invitados y eventualmente publicando un libro de recetas del lugar.

Con el tiempo, vendió el hotel a un empresario francés en 1973, quien, enamorado de la belleza de México, dejó su sello personal en Villa Montaña. Rediseñó las suites y adaptó el hotel a un ambiente elegante y sofisticado. Entre las mejoras destacadas, reubicó la alberca, transformó una cancha de tenis en salón de eventos y añadió nuevos espacios como salones elegantes, una cocina profesional y un SPA con servicio de alto nivel.

El hotel se distinguía por su atención al detalle en la decoración, utilizando arte único que fue cuidadosamente seleccionado para mantener la esencia virreinal de Morelia. Hoy en día, Villa Montaña cuenta con 36 suites y habitaciones, muchas con vistas al centro histórico desde ventanales y terrazas, combinando su encanto clásico con modernas comodidades. La vista de la ciudad y su catedral es impresionante, tanto de día como de noche, y se encuentra a solo 15 minutos del centro.